La soja (Glycine max L), llamada soya en algunos países hispanos, es una plana que procede del Extremo Oriente (China, Japón, Indochina). Anteriormente se pensó que procedía de otra especie silvestre, Glycine ussurensis, pero hoy se sabe que es la misma especie, siendo sinónimo de Glycine max subsp. soja (Siebold & Zucc.) H.Ohashi.
No hay que confundirla, aunque sea también leguminosa, con la soja verde o judía mungo, Vigna radiata, muy utilizada en la cocina oriental, y popularizada en la occidental como brotes de soja o brotes de judía mungo.
Los principales productores del mundo (según datos del ICEX de 2020) son Brasil (125 millones de toneladas), Estados Unidos (96,8 millones), Argentina (18,1 millones), China (18,1 millones) y Paraguay (9,9 millones). Hasta principios del siglo XX, los primeros productores eran los países de Asia Oriental. Después de la Segunda Guerra Mundial, se interrumpe el tráfico comercial entre China y Estados Unidos, por lo que este último país comenzó a sembrar soja en grandes cantidades llegando a ser, hasta poco, el principal productor del mundo.
Los primeros ensayos de introducción del cultivo de la soja en España se dieron a finales de la década de los años 30 del siglo XX. A partir de 1951 empezaron los ensayos con el fin de implantar el cultivo, mostrando la viabilidad de la producción, pero no llegándose a desarrollar debido a que el coste de producción hacía que el precio fuera desfavorable respecto al de la importación.
Debido al hecho de que se trata de un cultivo de verano con alta necesidad de agua no termina de cuajar en España, importándose el 95 % de la soja utilizada. Sin embargo, hay que tener en cuenta tres factores que pueden hacerla rentable. En primer lugar, el cultivo en ciertas zonas y ciertas circunstancias, como en regadío. En segundo lugar, se debería impulsar la mejora genética, y se deben hacer experiencias de adaptación de material vegetal a las condiciones de cultivo de los regadíos. Y en tercer lugar, se deben plantear ciertas prácticas culturales, que pasarían por el uso de bioestimulantes, que mejoran la calidad de la producción final, aumentando las expectativas, y un control adecuado de las malas hierbas o de la multiplicación de variedades que garanticen el material adecuado.
La planta es una típica leguminosa, rica en proteína y mejorante del suelo, de consistencia herbácea, con tallo rígido, teniendo como fruto una vaina con semillas esféricas, parecidas a las del guisante.
Tiene muchos aprovechamientos, como la obtención de proteínas, aceite, lecitina y forrajes. Con la molienda de las semillas se obtiene una harina con un contenido en proteína cercano a la mitad, con destino a la alimentación del ganado. Al moler la harina se extrae el aceite en contenido cercano al veinte por ciento con utilización para alimentación humana y usos industriales. De la molturación de las semillas también se extrae la lecitina de soja, usada como complemento nutricional. Cultivada como forraje produce un producto verde rico en proteínas.
Exigencias de clima y suelo
En España es planta de regadío, exceptuando zonas húmedas, como las de la cornisa cantábrica, donde el régimen pluviométrico equivale al de los riegos. Se adapta bien a la mayor parte de los climas de la Península, sin embargo no le vienen bien las heladas. En la floración, las temperaturas inferiores a 25 ºC la retrasan. Durante la maduración del grano ésta no será adecuada si las temperaturas son muy elevadas o muy bajas.
La soja se da bien en la mayor parte de los suelos, sin embargo prefiere los suelos profundos poco ácidos. Los suelos ligeros producen un desarrollo prematuro de la planta con una maduración anticipada, lo contrario de los suelos fuertes, que hacen que la maduración sea más larga y completa.
En las rotaciones, la soja puede seguir a cualquier cultivo que deje libre la tierra en las épocas apropiadas para la siembra de la soja.
Técnicas de cultivo
La soja precisa una adecuada preparación del terreno en el momento de la siembra. Debe darse una profunda de alzar para conseguir un buen desarrollo radicular, seguida de otra cruzada y luego pases de grada o rotovator para dejar mullida y desmenuzada la tierra.
El abonado, como en otros cultivos, dependerá del tipo de suelo, pero en general la soja difiere poco de las necesidades de abonado de otras leguminosas. Si bien las bacterias nitrofijadoras lo suministran, también es cierto que no pueden aportar el nitrógeno suficiente para conseguir altas producciones.
Si no se ha sembrado soja previamente, es recomendable realizar una inoculación de las semillas con bacterias fijadoras de nitrógeno atmosférico, que son específicas para esta planta. Existen diversos preparados en el comercio. Suelen ser un polvo negruzco que se mezcla con agua. Las bacterias son sensibles al sol, por lo que conviene hacerlo a la sombra y sembrando poco tiempo después.
La siembra de la soja se puede hacer con máquinas sembradoras de leguminosas, trigo, maíz, remolacha, o algodón, pero calibrándolas adecuadamente. Es importante que el terreno esté bien nivelado y llano para conseguir una siembra uniforme. Para una buena nascencia es preciso un buen tempero, por lo que en caso contrario, hay que plantear un riego antes de la operación.
La época de siembra depende de la zona, pero hay que tener en cuenta que es muy sensible a las bajas temperaturas en la nascencia y en los primeros estados de desarrollo. La temperatura mínima para que germinen las semillas es 9-10 ºC. La profundidad varía con la consistencia del terreno, pero debe ser pequeña si se quiere conseguir una buena nascencia. Los kilos de semilla por hectárea dependen del tamaño de la semilla.
Es importante que el suelo esté limpio de malas hierbas, por lo que pueden darse varias labores entre líneas. Una vez que las plantas han adquirido desarrollo cerrado, no suelen ser necesarias más escardas, pues el cultivo ahoga las malas hierbas.
La soja es bastante resistente a la sequía, siendo menos exigente que el maíz. El número de riegos lógicamente va a depender del clima, pero en general éstos no deben ser abundantes y hay que evitar en todo caso los encharcamientos.
Plagas y enfermedades
Normalmente la soja en España no es atacada por plagas específicas, sino por plagas polífagas, como pulgones, ácaros, gusanos (larvas de lepidópteros, como Helicoperva armigera, antes llamada Heliothis armigera).
Los brotes de plagas, y en especial los del ácaro araña roja o arañuela (Tetranychus urticae) deben ser atacados con rapidez, pues el retraso puede acarrear importantes pérdidas de producción.
Contra las enfermedades, normalmente provocadas por hongos, las mejores medidas son las preventivas, con el adecuado tratamiento de la semilla y sembrar con una temperatura adecuada para una rápida germinación.
Contra los virus, el medio de lucha es de utilizar variedades que sean resistentes a ellos.
Recolección
El momento de la maduración viene dado por el cambio de color de las vainas, del verde al pardo claro y luego al pardo oscuro, desde las vainas inferiores a las altas; las hojas empiezan a amarillear y se empiezan a desprender de la planta.
La humedad de la semilla disminuye de 60 % al 15 % de una a dos semanas. El plazo para cosechar con las menores pérdidas posibles es reducido, ya que son unos pocos días.
La recolección se puede hacer de manera eficaz con una cosechadora de cereales y las pérdidas deberían ser muy pocas. Para ello, las plantas deben haber llegado a la maduración, pero sin sobrepasarla, notándose en que el grano está maduro, han caído la mayor parte de las hojas y los tallos ya no están verdes.
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